viernes, 20 de diciembre de 2013

Colmenar del Arroyo, una Historia alternativa

Recuperamos unas reflexiones publicadas en nuestro perfil de Facebook que pretendemos ir desarrollando en próximas entradas, todos vuestros comentarios son bienvenidos.


Uno de los principales problemas con el que nos encontramos a la hora de fechar y catalogar algunos de los monumentos más antiguos de Colmenar del Arroyo, es la total ausencia de excavaciones arqueológicas y estudios especializados. Así mismo nos encontramos con un vacío absoluto en todas las fuentes históricas anteriores al Siglo XII.

Ante esto, sólo podemos recurrir al campo de las suposiciones a partir de hechos comprobados como ciertos. 


Tenemos constancia de que en el cercano Robledo de Chavela existió un notable asentamiento en época romana llamado Roburetum, unido a través de una calzada con el municipio de Zarzalejo. Sin duda se explotarían los recursos naturales existentes en la zona, con abundancia de bosques, pastos para el ganado, buenas tierras de cultivo y recursos mineros.


También nos consta la existencia de poblamientos romanos en la zona de Pelayos de la Presa, donde posteriormente florecería un importante núcleo de centros monásticos y eremitorios durante todo el periodo visigodo y del que tenemos constancia de su supervivencia al menos hasta los dos siglos posteriores a la invasión musulmana del año 711, cuando el territorio fue arrasado por Abderramán III. Hay constancia también de la presencia romana en Aldea del Fresno, Fresnedillas de la Oliva así como en Zarzalejo.


La evidente existencia de pastos y recursos naturales, la abundancia de recursos minerológicos y por supuesto el curso del Arroyo, unido a la constatada presencia romana en todos los puntos que acabamos de comentar, nos permiten presuponer no la existencia de un núcleo de población en fechas tan remotas, pero sí sin duda el emplazamiento de al menos una gran villa en las inmediaciones de Colmenar del Arroyo, dedicada a la explotación y gestión de tan abundantes recursos. Recordemos que las villas fueron una forma de explotación eminentemente agraria, muy abundantes sobre todo a partir del Siglo II d.c. cuando la crisis económica que asoló al Imperio elevó significativamente la demanda de productos agrícolas por parte de Roma, lo que propició el éxodo de las élites adineradas desde las ciudades hacia el campo, donde podían obtener grandes beneficios explotando numerosos recursos naturales con grandes cantidades de mano de obra esclava. Una típica villa romana constaba de la villae o residencia del propietario, generalmente decorada y amueblada con gran lujo, las dependencias donde residían los esclavos y capataces, así como todo tipo de edificios auxiliares, graneros, establos, almacenes, molinos, etc. La mayoría de estas explotaciones subsistieron durante el periodo visigodo, reconvertidas en mayor o menor medida, y constituyendo la residencia y forma de vida de gran parte de las élites dominantes. Igualmente con la llegada de los musulmanes, muchas de estas explotaciones continuaron en funcionamiento, al menos hasta que la represión de la gran rebelión protagonizada por los bereberes contra el Emirato en 741, arruinó y despobló gran parte de las tierras de labor de la Meseta. Las campañas protagonizadas a finales del Siglo IX y principios del X por Alfonso III y su hijo Ordoño II en la zona sur de la Sierra de Guadarrama llevaron sin duda al abandono de la mayoría de estas villas, si bien la presencia musulmana en la zona de Navalagamella, continuó hasta las campañas preliminares que realizó el monarca castellano Alfonso VI para la conquista del Reino Taifa de Toledo, en el último cuarto del Siglo XI, existiendo un destacamento militar dedicado a salvaguardar el llamado Puente del Pasadero, el cual garantizaba el vado del Río Perales, importante hito en la calzada militar que comunicaba la base de Talamanca del Jarama con la zona del Valle del Tietar.


Indudablemente Colmenar del Arroyo, no debió permanecer ajeno a todos estos acontecimientos, tanto por su estratégica situación cercana a todos estos antiguos centros de población como por su abundancia en recursos naturales.


En la posterior oleada repobladora que siguió a la conquista cristiana de los territorios pertenecientes al Reino Taifa de Toledo en el Siglo XI, estos territorios fueron ocupados por pastores segovianos que probablemente ya conocían la abundancia natural de la zona, así como la existencia de infraestructuras básicas propicias para establecer un núcleo de población reutilizando parte de dichos elementos.


A partir de ahí empezamos a conocer el resto de la historia de Colmenar del Arroyo, si bien la existencia de tantas lagunas históricas nos licitan para especular:



  • ¿Pudo existir en el Cerrillo de San Gregorio una fortaleza anterior incluso a la conquista romana? Sus defensas naturales en la parte que da al Arroyo así como la existencia de un constatado núcleo urbano en el paraje de Navazás, que bien pudo haber sido una fortificación de acceso a la acrópolis prerromana existente en el Cerrillo, nos llevan a imaginar la existencia de un poblado anterior a la época romana o bien el establecimiento de una posición defensiva durante alguna de las abundantes guerras que jalonaron la presencia romana en la Península.
  • ¿De donde provienen parte de los sillares actualmente visibles en los muros de los campos, en los molinos de caz y en algunas de las viviendas más antiguas del municipio? Sin duda para la construcción de tan toscos edificios no era necesario utilizar sillares tan perfectamente tallados, además el uso alterno de estos elementos nos hacen suponer que la mayoría provienen de la reutilización de elementos anteriores.
  • ¿Como es posible que un pequeño municipio como Colmenar del Arroyo, tuviera durante gran parte de la Edad Media un término municipal cuya jurisdicción llegaba prácticamente hasta El Escorial, cuando a su alrededor había otros municipios teóricamente más importantes?

Son solo ideas, teorías, apuntes, sueños… Confiemos en que en un futuro no demasiado lejano, algún estudio concluyente acredite o desmienta rotundamente nuestras suposiciones.

Pero mientras tanto… soñemos….






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